España en la Primera Guerra Mundial

Entrevista al profesor Francisco Javier Caspistegui, profesor de Historia de la Universidad de Navarra

ISABEL RODRÍGUEZ MAISTERRA.-

¿Por qué se mantiene neutral España?

El motivo más importante por el que España se mantiene neutral es que era incapaz de meterse en una guerra. No tenía ejército, no tenía medios suficientes para poder entrar de una forma más o menos activa. Todavía estaba recuperándose del desastre del 98 y el ejército estaba en una situación bastante precaria. Sí hubo partidarios de la intervención, pero muy pocos y nunca hubo una voluntad muy clara por parte de sectores amplios de la población para entrar en la guerra.

¿Fue una decisión con la que estuvieron de acuerdo todos los políticos?

No, de hecho, hubo una división muy clara entre germanófilos y aliadófilos. Los germanófilos eran, generalmente, gentes de posición política conservadora. Por ejemplo, el carlismo. Los aliadófilos, que en algún momento se plantearon incluso la posibilidad de entrar en la guerra, tampoco tenían clara la opción y se mantuvieron bastante al margen. Izquierdas y derechas, se pusieron en un lado y en otro y eso sirvió como una excusa más para el enfrentamiento, incluso se llegó a las manos en más de una ocasión.

Sala de calderas de la Fábrica de Fluido Eléctrico Hispania. Cartagena, Murcia. 1915

¿Afectó la guerra al país, aunque fuera de manera indirecta?

Aunque España se mantuvo al margen, se hundieron barcos españoles por parte, sobre todo, alemana; hubo boicot a determinadas empresas porque se decía que habían colaborado con los alemanes… España se convirtió en un suministrador de materias primas y otros productos a los países en guerra. Esto provocó un enorme crecimiento, pero también una inflación tremenda que afectó muchísimo a los trabajadores y dio lugar a un pequeño estallido revolucionario en 1917. Por toda España hubo huelgas, levantamientos, incidentes… La situación era bastante complicada.

¿Cuál fue la actitud de los otros países respecto de la España neutral?

Tanto los Aliados como las Potencias Centrales, trataron de ganarse el favor de la opinión pública española por todas las vías posibles. Porque si conseguían, por lo menos, tenerlos de su lado y conseguir que las materias primas fuesen a sus arcas, pues mucho mejor. Repartieron mucho dinero. Prácticamente todos los periódicos españoles estaban comprados, recibían dinero de unos o de otros. Todo ello para dar una imagen positiva del bando que pagaba.

¿De qué otra manera extendieron el conflicto al territorio español?

Al ser territorio neutral, había espías de los dos bandos. Todos intentaban sabotear lo que hacían los otros y, por tanto, esto se convirtió en un campo minado; la propia Mata Hari estuvo en España. Fueron años bastante intensos.

San Sebastian fue un centro de espionaje durante la Primera Guerra Mundial

¿Dónde se concentraban los espías?

Uno de los puntos clave fue San Sebastián, porque era una ciudad turística desde mediados del siglo XIX, cosmopolita, con casino… Un lugar de vacaciones en el que no era raro que acudiese mucho extranjero, ideal para procesos de espionaje, intercambio de información, negocios turbios… Además, justo al lado de la frontera. El Pirineo fue un lugar de contrabando masivo. Barcelona fue un punto también importante por el que corrió el dinero de los combatientes para ganarse voluntades y favores; hubo asesinatos de otros espías, de representantes diplomáticos…

¿Hubo españoles trabajando para los espías?

Sí que hubo. El dinero era muy goloso y se pagaba bien. Tanto alemanes como aliados, sobre todo alemanes, tenían una red de espías en todos los puertos españoles. Éstos eran españoles, en la inmensa mayoría de los casos, que cobraban por proporcionar información sobre los barcos que llegaban, las mercancías que se descargaban, las personas que entraban y salían, etc. Todos intentaron jugar ese juego del espionaje.

¿Por ejemplo?

Alfonso XIII, retratado por Joaquín Sorrolla

El rey Alfonso XIII jugó un cierto papel de intermediación y recibía visitas de los representantes del Imperio Astrohúngaro, de los alemanes… Todos intentando ganar su voluntad para tratar de atraérselo a su bando o que, al menos, les fuera favorable. Fue objetivo, al que todos intentaron acceder.

¿Y los políticos? ¿También colaboraron?

Sí, esa división entre germanófilos y aliadófilos fue especialmente clara en el mundo de la política y de la cultura. Los políticos aliadófilos, por ejemplo, el conde de Romanones que fue varias veces primer ministro, era un claro aliadófilo. Los germanófilos lo tenían enfilado y hacían todo lo posible para derribar el Gobierno en él estaba: compraban voluntades, hacían que hubiera caos en las calles… Es decir, se jugaba a todas las bandas y si se podía provocar caos para conseguir que el Gobierno cayera, se provocaba caos.

¿Qué pasa con la firma de la paz? ¿Se calman las cosas en España?

Cuando termina la guerra, España sufre una crisis muy grave porque los precios están por las nubes y dejan de venir los pedidos que estaban viniendo de Europa y la situación de los trabajadores era bastante precaria. Se genera una situación de tensión.

Al final, España sí sufrió de alguna manera las consecuencias de la guerra.

Fue un sufrimiento indirecto: no con bombas, no con muertos… Bueno, también hubo muertos, porque hubo voluntarios españoles en los ejércitos, fundamentalmente aliados, sobre todo en el francés. Se calcula entre 3.000 y 5.000 españoles murieron, que no es una cifra pequeña.


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